TE LO CUENTO: desde la ventanilla del patas de goma



Por: Héctor César Vila Martínez

Los días domingo y los de feriados largos suelen ser muy complicados para los conductores de taxis, sobre todo si trabajan de noche además de sumarle a esto, el poco tiempo en el empleo. Así, un día domingo comienza luego de acostarse, en el mejor de los casos a las seis, con un desayuno casi almuerzo próximo a las catorce. Por supuesto los horarios van cambiando según conveniencia. Así hay turnos de cuatro a dieciséis, cinco a diecisiete, etc. El tiempo de descanso por supuesto se acorta si por los feriados o alguna festividad hacen que la casa se llene de familiares y amigos…

            Marcelo intentaba luchar con el peso de sus párpados y ver la luz del día que pasaba entre las persianas casi abiertas de su dormitorio que reflejaban un sol increíble y luminoso de los últimos días de un verano hasta ese momento insoportable. Caminó a tientas a su destino entre un laberinto de ropa en el suelo, una silla que servía de apoyo de ropa de trabajo usada y por usar y finalmente el pasillo que lo dejaría en el baño.

Al salir los gritos de sus sobrinos quienes junto a los suyos hacían un coro irreproducible, chillón, alborotado. No quiso saber nada. Intento pasar nuevamente a su sueño pero el reloj marcaba ya las 13.45, cosa que habiéndose acostado a las 6.30 era imposible.

Pasando la puerta que da a la cocina, el mundo pareció estallar en su cabeza. Junto a su mujer, su cuñada además de su suegra comentaban las cosas de siempre aunque con retoque s de la nueva juntada a los gritos. Casi saliendo de la cocina, Pedro y Juanca vociferaban uno de lo makl que esta todo y el otro sin trabajo quejándose de los que tienen. Toda la mñusica coronada con el coro de gritos de siete chiquillos de los mencionados

Despertado de golpe la frase que siempre aparece… vos sí que no tenés problemas!!! Todo el día sentado y haciendo plata a dos manos!!! Saludos de rigor..

Mas tarde el almuerzo transcurrió como siempre. Mi cuñada poniendo una mesita para los pequeños, mientras los mayores comentaban los sucesos semanales tratando de dejar de lado la política ya que cada vez que se cruzaban siempre terminaba a las patadas, los pequeños altercados de la familia y los comentarios y andanzas de Juán Luís otro primo muy excéntrico que las iba de sultan pero le salían de pescador pescado.

En medio de la sobremesa, Marcelo dejó de antemano el almuerzo ya que a las tres lo pasaba a buscar su compañero y debía estar listo. Preguntó por su otra camisa, y presuroso salió previo saludo general . Dejó atrás la reunión oyendo disiparse en el aire el murmullo mezclado con el humo del cigarrillo. Apostado sobre la cerca de ladrillo visto giraba el tacho a su encuentro, mientras pensaba en cuanto tiempo seguiría así, viendo pasar la vida junto al volante, sin viernes, ni sábados de noche. Solo de vez en cuando y cuando las circunstancias (propietario) lo hacen posible. En su mente giraban sus hijos a los que mucho disfruto cuando los cuidaba y enviaba al jard´ñin cuando su mujer trabajaba y el estaba en casa. Lo poco uqe compartieron domingos juntos sin que el estuviera muy cansado. Pero era lo que le había tocado….

Un taxista, un ser humano, un trabajo… y la familia que debe acomodarse a las circunstancias. Todo un mundo que no todos logran sobrellevar, pero es lo que hay…


 

Comentarios

  1. Magnífica narración de una realidad absolutamente cierta. Que viven a diario los laburantes del volante.
    Sin tener en cuenta el envenenamiento a diario que sufren al respirar el aire viciado de la ciudad por los gases de los distintos vehículos más el desgaste de los neumáticos que se traduce en un depósito en los pulmones del caucho volatilizado.
    Es respirar en el infierno..

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