LA TINTA QUE LATE: compartires...
UNA
MAÑANA COMO TANTAS… pero ¡Distinta!
Por Héctor Vila Martínez
Quizás
el lugar para estacionar no era el indicado… no tenía tiempo de pensar en otro.
Marcelo caminó presuroso… con ese aire cansino que dan los pasos de los años.
El sol peleaba entre nubes por entregar un poco de su calor, en esa mañana un
tanto fría… de otoño.
Ingresó
pidió un café y esa voz inconfundible… oída solo desde el teléfono ahora allí presencial…
lo llamaba por su nombre. Girar el cuerpo, caminar pocos pasos y estrecharse en
un abrazo eterno con fuerza de amistad por años verdadera… siempre presente
aunque distante.
Esa
mesa del bar fue testigo de miles de recuerdos que se agolpaban en la boca de
cada uno de los amigos, mezclados con emociones y lagrimas vertidas que ponían
brillosos los ojos de quienes veían desde la lejana infancia. Cincuenta años al
menos, en un puñado de horas transcurrieron imágenes y recuerdos de la
adolescencia… las uniones matrimoniales… la familia…los hijos…los nietos. Cosas
comunes y simples, sinceras… pero tan profundas y bellas… en el recuerdo.
No fue
fácil la despedida, cada uno quería un poco mas. Pero… se saludaron en la
certeza que pronto continuarían con esos encuentros… ese contacto... ese
sentimiento que solo sienten… “LOS VERDADEROS AMIGOS”.
BELLO !!!!
ResponderEliminarMAGNÍFICO TÚ RELATO AMIGO DE LA VIDA.
ResponderEliminarGRACIAS, GRACIAS POR TAN BELLO MOMENTO.
IMPECABLE, CUMPLE CON EL DOGMA DE LA DESCRIPTIVA. ES UNA IMAGEN MARAVILLOSA, PERFECTAMENTE NARRADA. FELICITACIONES SR.GIGIO
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